Conozca cómo el hielo se convirtió en una idea que generó millones de dólares

El agua congelada ha existido desde tiempos inmemoriales, pero solo en el siglo XIX se comenzó a comercializar. Conozca aquí a quién se le ocurrió esta idea que ha producido millones de dólares en ganancias.

Frederic Tudor, conocido en el siglo XIX como “el rey del hielo”, fue la primera persona que se le ocurrió “cosechar” hielo en su tierra, Massachusetts Estados Unidos, según la cadena inglesa de noticias BBC Noticias.

Tudor comenzó su empresa cortando bloques del agua congelada de los lagos de su frío estado y empacándolos en una mezcla de heno y aserrín para mantenerlos térmicamente aislados hasta que llegaran a lugares cálidos.

Hoy, Tudor sería considerado un gran emprendedor, a sus 20 años creó una demanda de este producto que no existía, vendiendo algo que la naturaleza daba y, según varios historiadores económicos, marcando un antes y un después en la sociedad. Pero antes de su éxito comercial, como muchos emprendedores tuvo que enfrentar la resistencia del mercado a su innovadora idea.

Cuenta la BBC Noticias, que en 1805, las poblaciones y ciudades de las islas entonces conocidas como Indias Occidentales, las islas caribeñas Antillas y Bahamas, sufrieron una epidemia de fiebre amarilla y casi todos los oficiales y tripulaciones de las flotas europeas que llegaban a las islas fueron víctimas de la enfermedad. Pero el agua congelada les daba algún alivio.

Enterándose de la situación, Tudor embarcó hielo que cortó de un pequeño estanque situado en una de sus propiedades en Massachusetts y envió toneladas de esto en un velero en el que zarpó con destino a Martinica. Pero un periódico de Boston tituló sobre la empresa de Tudor “No es un chiste: barco lleno de hielo viaja a Martinica”, junto con el subtítulo “¡Esperemos que no resulte ser una resbalosa especulación!” refleja lo extraña que parecía la idea en ese momento.

Ese primer viaje fue un fracaso; el hielo se derritió antes de que alguien pudiera aprovecharlo. Sin embargo, la carga había sobrevivido el viaje por el Océano Atlántico. El problema fue que no hubo dónde almacenarla en Martinica.

Así que cuando, el año siguiente, Tudor hizo un nuevo intento de transportar hielo con destino a Cuba, había negociado con las autoridades de ese país para que construyeran un depósito apropiado para guardar hielo.

Con el tiempo, Tudor tuvo el monopolio de ese comercio tanto en La Habana y otros puertos de Cuba como en Jamaica, en ese entonces la más rica posesión del Imperio británico.

En estas poblaciones del Caribe, la gente se fascinó con el hielo porque los refrescaba. Pero queriendo abarcar más mercado, el próximo paso de Tudor era vender su producto en su frío Massachusetts. “La meta es que toda la población se acostumbre a las bebidas frías en vez de calientes o tibias”, cuenta el artículo de BBC Noticias.

Con eso en mente, instruyó a sus empleados para que fueran de bar en bar tratando de convencer a los dueños de que usaran su producto en las bebidas. Como incentivo, les ofrecía hielo gratis durante todo un año. Así se hizo costumbre tomar el whisky con hielo.

Es así que para mediados del siglo XIX, el hielo de Tudor y su socio Nathaniel Wyeth no sólo se vendía en grandes cantidades en Estados Unidos sino que llegaba a puertos en Singapur, Hong Kong y Calcuta, reseña el medio londinense.

De esta forma, la industria del hielo creció y durante la década de 1850 unas 140.000 toneladas de hielo salían del frío Massachusetts cada año para refrescar a más de 50 ciudades en todo el mundo.

La proeza de Tudor consistió en que creó una necesidad sobre su producto a nivel mundial, contando que para la época aún no se habían inventado los congeladores. Un ejemplo de emprendimiento aún vigente en el siglo XXI.

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