Las peleas comerciales amenazan el crecimiento económico mundial. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), conflictos de este tipo “podrían descarrilar la recuperación y empañar las perspectivas de crecimiento a mediano plazo”. En los últimos meses, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha desencadenando lo que China denominó “la mayor guerra comercial en la historia económica”, implementando aranceles que llegarían a los US$34 billones sobre más de 800 productos diferentes. Adicional a esto, la administración de Trump ha lanzado ofensivas contra el comercio de acero y aluminio con Canadá y México, ambos miembros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA; según sus siglas en inglés). La Unión Europea no está exenta de la guerra comercial. Aunque Trump y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, acordaron no imponer nuevas barreras comerciales, “la guerra comercial no termina”, según el diario El País de España. De acuerdo con el FMI, el aumento de las tensiones comerciales puede afectar la confianza en los mercados empresariales y financieros, afectando negativamente la inversión y el comercio. La entidad advierte que las tensiones comerciales llevan a que los productos de consumo sean menos asequibles, lo que interrumpe la cadena de suministro global, desacelerando la difusión de nuevas tecnologías y reduciendo la productividad. En medio de esta situación, el FMI proyecta que, tal como se estableció en el reporte de abril, el crecimiento mundial llegará a 3,9% en el 2018 y 2019. Sin embargo, reconoce que la “balanza de riesgo se inclina más a la baja” y que la expansión económica no será uniforme. Así mismo, la institución internacional proyecta que el crecimiento de las economías avanzadas se ha mantenido en 2,4% en el 2018, lo que representa un pronóstico de 0,1 puntos porcentuales más bajo del reportado en abril. Ahora bien, se supone que la baja en el crecimiento proyectado se atribuye a una desaceleración en el crecimiento de Japón y de la zona euro, específicamente en Alemania, Francia, e Italia. Por otro lado, las perspectivas para las economías de mercados emergentes varían según la interacción entre los factores internos y las fuerzas internacionales, como el encarecimiento del petróleo, la apreciación del dólar y las tensiones comerciales. De manera general, los pronósticos de crecimiento se mantienen a los niveles reportados en el informe publicado por la entidad en abril: 4,9% en el 2018 y 5,1% en el 2019. Específicamente, para América Latina se prevé que la tendencia de crecimiento siga siendo positiva, pasando de 1,3% en el 2017 a 1,6% en el 2018 y 2,6% en el 2019. Sin embargo, la proyección de crecimiento para el 2018 y 2019 en el último reporte del FMI fue 0,4 y 0,2 puntos decimales más bajos a lo proyectado en abril. La baja refleja la contracción de las condiciones financieras en Argentina, la incertidumbre política en Brasil y las tensiones comerciales con el nuevo Gobierno de México. Finalmente, el FMI advierte que “para preservar la expansión mundial, continúa siendo esencial evitar medidas proteccionistas y encontrar una solución concertada que promueva el crecimiento ininterrumpido del comercio internacional de bienes y servicios”.
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