Anteriormente, la economía y la naturaleza se pensaban como algo aislado y, aunque esta percepción ha cambiado y las personas, empresas y gobiernos han incorporado valores de sostenibilidad, todavía queda un largo camino por recorrer. Poco a poco somos más conscientes de que el cuidado del medio ambiente es fundamental para que pueda haber desarrollo económico a largo plazo, pues los desastres naturales reducen el crecimiento.
En Colombia, por ejemplo, el pasado mes de noviembre el huracán Iota dejó un panorama desolador en la región insular; de acuerdo con el Gobierno, el 99% de la infraestructura de Providencia quedó destruida, siendo esta isla uno de los destinos turísticos líderes en el país. Según la BBC, gran parte de esta destrucción se debe a una infraestructura precaria, un hospital de poco alcance y edificaciones hechas con materiales no aptos para la construcción, por citar algunos ejemplos.
Los desastres naturales tienen consecuencias sociales, económicas y, dependiendo de su intensidad, pueden llegar a afectar el empleo, la deuda externa, la balanza comercial o la inversión de los países. Además, pueden ponerle trabas al desarrollo, pues los gobiernos deben volcar sus recursos a la reconstrucción, reduciendo así la inversión a otros sectores. Sumado a esto, ponen en peligro los esfuerzos para reducir la pobreza y promover la prosperidad compartida.
Por lo tanto, es importante trabajar para hacer de las zonas de mayor riesgo, lugares mejor preparados y menos vulnerables a los desastres naturales. Para esto es fundamental invertir en infraestructura de calidad, realizar una planeación urbana y territorial estratégica, y contar con una red de emergencia sólida, entre otros. Igualmente, es importante mejorar la capacidad de recuperación tras un desastre. Con respecto a lo anterior, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) menciona que un país puede tomar dos medidas para lograr este objetivo: ahorrar más y mejorar la gobernanza.
Al aumentar el ahorro nacional es posible invertir más en tiempos de crisis. Tener un manejo macroeconómico adecuado les da a los países el espacio fiscal suficiente para reconstruir y recuperarse sin depender completamente de ayuda extranjera. Adicionalmente, una mejor gobernanza ayuda a los gobiernos a actuar de manera rápida y articulada entre territorios, mejorar la capacidad institucional, tener códigos de construcción estrictos que garanticen la calidad de la infraestructura, entre otros.
En conclusión, es esencial ser conscientes de la relación que existe entre el crecimiento económico, la desigualdad social y la creciente amenaza de los desastres naturales. No obstante, hay diferentes maneras de fomentar el cambio como, por ejemplo, apoyar la inversión responsable con criterios de sostenibilidad o promover la diversificación de la economía, pues es fundamental no depender de un solo sector para que otras industrias puedan hacerle frente a la emergencia o expandirse para compensar las pérdidas de los sectores afectados.
Lo invitamos a leer el artículo “Ciudades inteligentes: una inversión para el futuro”.
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