Cuando hablamos del futuro, solemos pensar en los sueños, las metas y los proyectos. Sin embargo, uno de los factores que se suele ignorar, pero que más influye en la posibilidad de cumplir esos objetivos, es la estabilidad financiera. Y dentro de las estrategias más efectivas para alcanzarla, el ahorro voluntario es un pilar silencioso, pero poderoso.
A diferencia del ahorro obligatorio para pensión, este tipo de ahorro es una decisión personal que se refleja con el tiempo en tranquilidad, libertad y oportunidades. Por eso, en este artículo, conozca historias reales de colombianos que decidieron empezar a ahorrar voluntariamente y cómo este hábito transformó su bienestar financiero.
«Empecé con 50 mil pesos al mes»: Erika, diseñadora gráfica en Bogotá
Erika Granados, una diseñadora gráfica de 29 años, lleva una década trabajando de forma independiente. Como muchos profesionales freelance, sus ingresos son variables. Por años vivió al día-día, convencida de que ahorrar era imposible. Pero todo cambió cuando asistió a un taller sobre educación financiera.
“Me explicaron que el ahorro voluntario no tiene que ser una gran cantidad. Lo importante era la constancia”, cuenta. Erika decidió abrir una cuenta de ahorro voluntario e iniciar con apenas $50.000 mensuales. Hoy, dos años después, logró acumular un fondo que le da tranquilidad.
“No es una millonada, pero saber que tengo este respaldo me da paz. Incluso en los meses en que me ha ido mal con los contratos, ese ahorro me recuerda que puedo contar conmigo misma”. Erika tiene pensado aumentar su aporte mensual y considera abrir otro fondo para un ahorro programado, esta vez pensando en la compra de una vivienda.
“Lo hice por mi futuro”: Paula, docente de Lengua Castellana en Ibagué
Con solo 24 años, Paula Moreno ya tiene claro que pensar en el futuro no es algo que deba aplazarse. Recién graduada de licenciatura y con su primer contrato como docente en un colegio privado de Ibagué, decidió abrir una cuenta de ahorro voluntario. Aunque al principio eran apenas $100.000 al mes, esa decisión marcó una diferencia.
“Lo hice por mi futuro. En la universidad nadie me hablaba de esto, pero vi a mi mamá pasar dificultades en su jubilación y no quiero repetir esa historia”, cuenta Paula. “Empecé con poco, ajustando algunos gastos, pero cada mes que veo crecer mi ahorro, me siento más segura”.
Hoy, Paula no solamente ha mantenido el hábito, sino que también está aprendiendo sobre inversiones para hacer que ese ahorro rinda más. Su meta: tener un fondo sólido para estudiar una maestría en Bogotá sin endeudarse. Para ella, el ahorro voluntario no es una carga, es una herramienta de libertad.
“No quiero llegar a los 60 preocupado”: William, conductor de Uber en Bogotá
William López tiene 47 años y trabaja desde hace más de 10 años como conductor de Uber en Bogotá. Hace unos años, tras una crisis de salud, se preguntó qué pasaría si ya no pudiera seguir trabajando. “Me dio miedo pensar que toda la vida me iba a levantar a las cinco de la mañana y que no tenía nada seguro”, comenta.
William se asesoró y decidió comenzar un ahorro voluntario con un monto que podía manejar: el equivalente al 15 % de su ingreso mensual. Desde entonces, ha hecho aportes regulares, y en los últimos tres años ha visto cómo su fondo crece poco a poco. “Yo no entiendo mucho de inversiones, pero sé que el dinero ahí no está quieto. Está creciendo”.
A sus 47 años, William ve el ahorro voluntario como un aliado para enfrentar el futuro con menos angustia y más tranquilidad. Sabe que no necesita esperar a cumplir 60 para pensar en su seguridad financiera, y que cada aporte que hace es un paso hacia una etapa de la vida en la que podrá trabajar menos, descansar más y, sobre todo, sentirse respaldado.
¿Qué tienen en común estas historias? Estabilidad financiera en el futuro
Aunque las realidades de Erika, Paula y William son diferentes, todas coinciden en algo: el ahorro voluntario les permitió construir un respaldo financiero real. No se trató de fórmulas complicadas ni de sacrificios imposibles. Fue constancia, disciplina, claridad en los objetivos y una decisión consciente de pensar en el futuro.
Estas historias nos recuerdan que el ahorro voluntario no es exclusivo de quienes tienen altos ingresos. Al contrario, es una herramienta flexible que se adapta a su situación personal y a sus metas, ya sea una pensión más digna, una mejor educación para sus hijos, una vivienda o simplemente la tranquilidad de tener un plan.
Recomendaciones para iniciar un ahorro voluntario
- Defina un objetivo claro. Tener una meta definida le dará dirección y motivación.
- Establezca un monto fijo mensual. No tiene que ser alto. Lo importante es que sea constante. Incluso $30 mil mensuales, con el tiempo, pueden marcar la diferencia.
- Elija el instrumento adecuado. Puede ahorrar en una cuenta de ahorros, en un Fondo Voluntario de Pensión (FVP) o en un seguro con componente de ahorro, entre otros. La clave es seleccionar uno que se ajuste a su horizonte y a su nivel de riesgo.
- Automatice el ahorro. Muchas entidades permiten hacer débitos automáticos desde su cuenta bancaria. Así evita la tentación de gastar primero y ahorrar después.
- Busque asesoría. Acérquese a su fondo de pensiones, a una entidad financiera de confianza o a un asesor certificado. Ellos pueden ayudar a entender los beneficios tributarios, las proyecciones de rendimiento y el mejor camino según sus metas.
En definitiva, el ahorro voluntario es una decisión práctica que puede cambiar profundamente su vida financiera. En un país en el que muchas personas llegan a la vejez sin los recursos necesarios, tomar la iniciativa y construir desde hoy mismo ese ahorro es una de las mejores decisiones que puede tomar. Como lo demuestran Erika, Paula y William, no se necesita mucho para comenzar.
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