En el mundo de las finanzas personales, es común que muchas personas construyan su portafolio de inversión sin una estrategia clara. Este comportamiento, aunque bien intencionado, suele derivar en decisiones impulsivas, como comprar una acción recomendada por un amigo, invertir en un ETF que apareció en las noticias o abrir un CDT “para no dejar quieta la plata”. Con el tiempo, esta acumulación de activos puede terminar formando una cartera sin propósito, alejada de los objetivos financieros reales del inversionista.
¿Y cómo saber si mi portafolio no es coherente? Un portafolio saludable debe estar diseñado en función del perfil de riesgo, los objetivos personales y el horizonte temporal de cada inversión. Algunos signos de alerta que podrían indicar lo contrario son no tener claridad sobre el propósito de cada activo, desconocer el riesgo total asumido, contar con productos que no se complementan entre sí o no llevar un seguimiento de los rendimientos y metas. Estos elementos dificultan el logro de los objetivos financieros, e incluso, contrario a su objetivo, pueden poner en riesgo el patrimonio.
Para evitar esta situación, lo primero es definir el perfil de inversionista: conservador, moderado o arriesgado, según el nivel de riesgo que se esté dispuesto a asumir. Esto permitirá establecer una base sólida para la selección de activos. Una vez tenga claro su perfil, es clave fijar objetivos concretos, ya sea comprar una vivienda o ahorrar para la jubilación, y determinar el plazo deseado para alcanzar dichas metas.
Cuando se hayan determinado los objetivos podrá definir la mejor estrategia, una de ellas es la diversificación, combinando productos de renta fija y variable, así como activos líquidos e inversiones a largo plazo, pero tenga en cuenta que siempre es importante buscar el concepto o asesoría de un experto. Aquí entran en juego mecanismos como los Fondos de Inversión Colectiva (FIC), que permiten acceder a portafolios gestionados por profesionales. Estos fondos agrupan el dinero de múltiples inversionistas y lo administran según criterios definidos, ajustados a los perfiles y metas de cada participante. Los resultados económicos se reparten proporcionalmente, lo que permite obtener rentabilidad sin necesidad de una gestión activa por parte del inversionista.
Contar con asesoría profesional no solo facilita la elección de productos adecuados, sino que también permite definir una estrategia clara y coherente con los objetivos personales para que, más allá de acumular productos financieros, pueda construir un portafolio estructurado que refleje los objetivos que tiene una ruta más clara de cómo alcanzarlos.
Indique el motivo de su respuesta:
No entendí el contenido.No estoy de acuerdo con la información brindad.