En el mundo de las inversiones hay un factor que siempre está presente y debe ser tenido en cuenta antes de decidir en qué activos poner a rentar los recursos, este es, el riesgo financiero. Este término hace referencia a la incertidumbre propia de cualquier inversión y está directamente relacionado con la rentabilidad.
En la inversión, el riesgo y la utilidad que tiene el capital invertido van en la misma dirección. De esta forma, para obtener una mayor rentabilidad, el inversionista debe estar dispuesto a asumir un mayor riesgo y, al contrario, si quiere un riesgo bajo, la utilidad esperada también lo será.
Ninguna inversión es totalmente segura, pues sin importar el tipo de activos, siempre existen riesgos asociados por más mínimos que sean. Así, poner a rentar los recursos en el mercado de capitales supone distintos tipos de riesgo. Dependiendo de los activos, de los montos y del plazo, el riesgo puede ser bajo, medio o alto.
En el primero, las posibilidades de tener pérdidas o falta de pago son pocas. Si bien brindan mayor seguridad a la inversión, suelen otorgar pocas ganancias. En el segundo, a diferencia del anterior, se invierte una mayor parte de capital asumiendo un poco más de riesgo, con el objetivo de incrementar los posibles rendimientos. Y, el tercer nivel, a pesar de que brinda mayores utilidades, es más volátil y existe mayor riesgo de pérdidas o de falta de pago.
En la mayoría de las ocasiones, el riesgo alto es asociado con invertir a través de las acciones bursátiles. Estos son títulos que representan el capital social de una empresa, los cuales pueden ser comprados por personas naturales o jurídicas, quienes adquieren determinada participación en dicha compañía.
Acciones: riesgos y ventajas de invertir en ellas
De acuerdo con el portal económico Rankia, la inversión en acciones se enfrenta a distintos riesgos como de mercado, operativo, de precio y demás.
Estos títulos pueden afectarse con la disminución del precio, la falta de liquidez en el mercado, que implica vender una acción a un precio inferior, factores propios y específicos de cada empresa, que se pueden traducir en la disminución de la cotización del título, entre otros. Lo anterior, hace que este instrumento de inversión sea considerado de riesgo alto.
Sin embargo, es un vehículo que ofrece distintas ventajas a los inversionistas, configurándose como una opción interesante para quienes desean invertir y diversificar el portafolio. Entre los beneficios que tienen las acciones, se encuentra:
Liquidez. Una de las características que poseen las acciones es la facilidad y rapidez con que se pueden vender en el mercado de capitales a un precio justo.
Diversificación. Los inversionistas pueden formar una cartera con distintas acciones, de tal forma que, las volatilidades de unas se compensan con otras. Es recomendable elegir títulos distintos, en cuanto a países, sectores y plazos. Sin embargo, debe tener en cuenta que, no necesariamente se tiene acceso a acciones del exterior de la misma forma que en el mercado local, por esto, debe revisar la manera de diversificar el portafolio.
Lo invitamos a leer el artículo:“Entérese qué es la diversificación del portafolio”.
Dividendos. Los accionistas pueden recibir ganancias dependiendo de los resultados que obtenga la empresa emisora de las acciones que poseen. A medida que estos sean positivos y permanentes, el inversionista podrá disponer de un flujo estable en el tiempo.
En definitiva, las acciones no son un vehículo de inversión destinado exclusivamente a perfiles arriesgados, sino por el contrario, son una opción interesante para todos los perfiles, sea moderado o conservador, combinando los activos de renta fija con los activos de renta variable. Invertir en acciones, entre otras cosas, permite la diversificación del portafolio, por esto, en su estrategia, usted puede incluir este vehículo de inversión. Para más información sobre este instrumento, lo invitamos a recibir asesoría de expertos.
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