En la última década las startups se han vuelto cada vez más populares y han tomado fuerza en nuestra sociedad. Con el tiempo, escuchar este concepto en el mundo de los negocios y de las inversiones se ha convertido en algo frecuente, sin embargo, el significado de esta palabra puede ser ambiguo para algunas personas.
Para empezar, es importante dar algunas luces sobre cómo podría definirse una startup. Esta palabra que viene del inglés, se refiere en el ámbito empresarial a los negocios emergentes que tienen un componente importante de innovación y que, en muchos casos, están asociados al desarrollo tecnológico y tienen gran oportunidad de crecimiento.
Teniendo en cuenta estas características, una de las inversiones más apetecidas en el mercado financiero recientemente es el acceso temprano a este tipo de empresas. Casos de éxito de startup como Uber, Airbnb, Didi o Rappi, la startup colombiana que se convirtió en un “unicornio” y llegó a ser valorada en US$1.000 millones en menos de 10 años, se han convertido en referentes fundamentales en el mundo del emprendimiento.
Con relación al ecosistema de financiación de esta clase de negocios, Rockstart Latam, una aceleradora para startups de etapa temprana, realizó un estudio que caracteriza a las startups que se han capitalizado capital en Colombia. Uno de sus principales hallazgos fue que, en el país, menos del 40% de 532 empresas tech logran levantar algún tipo de inversión y, las que lo hacen, consiguen principalmente capital semilla, es decir, el que se usa en las primeras fases “para validación del modelo de negocio y encontrar el product market fit”. Este último término hace referencia al proceso mediante el cual una empresa define cuál será su público objetivo y estima la demanda que tendrá en un mercado en concreto.
Algunos de los riesgos y beneficios de invertir en una startup, en comparación con una inversión tradicional, son que se le apuesta a un negocio innovador que está en una etapa emergente, por lo que tiene una alta probabilidad de no florecer, pero también tiene un enorme potencial de generar grandes retornos para sus inversionistas.
Para invertir en estos emprendimientos existen diferentes alternativas, como el crowdfunding, entrar como inversionista “ángel”, aportar en la etapa de capital semilla o el venture capital, también conocido como capital de riesgo. En conclusión, existen numerosas oportunidades para ambas partes en este tipo de negocios, pues según el estudio de Rockstart, el 88% de los emprendedores considera que es necesario un mayor número de inversionistas y mayores montos de capital para que evolucione el ecosistema y se convierta en uno de los principales de la región.
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