Emociones que impactan la percepción y evaluación del riesgo en las inversiones

Al invertir, la mayoría de las personas buscan generar una ganancia en el futuro que les permita hacer crecer su capital. Sin embargo, en el mundo de las inversiones hay un factor que siempre está presente y que puede afectar la rentabilidad que se desea obtener, estamos hablando del riesgo. 

Sin importar el activo financiero ni el monto de capital destinado, en cualquier inversión existen riesgos asociados. Sin embargo, cada persona percibe y evalúa el riesgo de manera diferente y, en la mayoría de ocasiones, están influenciados por su psicología. 

Factores psicológicos como emociones y sesgos inciden en la percepción que cada persona tiene del riesgo en una inversión. Se entiende por sesgos aquellos atajos mentales que ayudan a simplificar los procesos de elección, pero que pueden llevar a las personas a cometer errores o a tomar decisiones equivocadas. 

Por ejemplo: emociones como el miedo y sesgos como el exceso de confianza u optimismo pueden llevar a las personas a sobrevalorar o infravalorar el riesgo, impactando sus decisiones de inversión y, en consecuencia, la gestión de su portafolio. A continuación, le explicamos algunos de los sesgos más comunes que afectan la percepción del riesgo en las inversiones. 

4 sesgos que impactan la percepción y evaluación del riesgo

1. Exceso de confianza

Es la tendencia a sobreestimar los conocimientos, habilidades y capacidades al momento de emitir un juicio o hacer predicciones. El exceso de confianza puede llevar a los inversionistas a ignorar opiniones contrarias y a considerar que la probabilidad de incurrir en pérdidas es menor de lo que realmente es. Con esto, el inversionista estaría infravalorando el riesgo y sobreestimando la posibilidad de obtener ganancias. 

2. Aversión a la pérdida

Es la relación subjetiva entre las pérdidas y la rentabilidad, en donde la mente percibe con más intensidad las pérdidas que las ganancias en una relación 2 a 1, respectivamente. Lo anterior significa que, el miedo a perder dinero es priorizado sobre la posibilidad de generar rendimientos para hacer crecer el capital. Este sesgo puede llevar a los inversionistas a adoptar un perfil excesivamente conservador para evitar pérdidas de dinero. Con esto, pueden incurrir en un coste de oportunidad al no considerar otras opciones de inversión. 

3. Ilusión de control

Es la tendencia de las personas a pensar que tienen la capacidad de influir en situaciones sobre las que no tienen control. Este sesgo puede llevar a los inversionistas a infravalorar el riesgo, arriesgando más de lo adecuado. 

4. Falacia del coste hundido

Es la tendencia a mantener una inversión que ha generado o está generando pérdidas ante el temor a perder el capital que se ha invertido. 

4 recomendaciones para mitigar los sesgos 

1. Identifique la emoción o sesgo

Al ser seres humanos es natural que las emociones y los sesgos estén presentes en la evaluación del riesgo. El primer paso para mitigarlos es hacer un autoexamen, con el fin de identificar cuál es la emoción o sesgo que lo está afectando. 

2. Acceda a educación financiera

El conocimiento es fundamental al momento de evaluar los riesgos. Entender cómo se comportan los activos, comprender cuáles factores pueden impactar el desempeño de un instrumento financiero, familiarizarse con conceptos económicos e investigar sobre el mercado lo pueden ayudar a tomar decisiones más racionales.  

3. Conozca su perfil de riesgo

Antes de tomar una decisión sobre su capital, es importante conocer qué riesgos está dispuesto asumir y qué rendimientos espera obtener. Esto lo ayudará a elegir las inversiones que le generen la rentabilidad que espera respetando su nivel de tolerancia al riesgo. 

4. Solicite la asesoría de profesionales

Finalmente, la perspectiva de un profesional especializado es fundamental en cualquier inversión. Los asesores financieros le aportarán una opinión racional sobre sus activos, guiándolo en la gestión del riesgo y dándole recomendaciones objetivas sobre su portafolio. Así, lo ayudarán a tomar decisiones financieras menos emocionales y más racionales.