¿Qué tan racionales son los mercados y los inversionistas?

 

Aunque es posible debatir sobre la racionalidad, el engranaje del mundo financiero hace a los mercados eficientes

Pensar en racionalidad cuando se habla de mercados y de inversionistas, aunque puede parecer extraño, es una de las temáticas centrales en las finanzas modernas. Hay valoraciones, como las del economista Eugene Fama, quien por medio de la teoría de los mercados eficientes (EMH, por sus siglas en inglés) sugiere que los precios que se muestran en los mercados financieros reflejan toda la información disponible y en tiempo real, ¿qué significa?, que ese precio no es un simple dato del pasado, sino que, al integrar la información disponible más reciente, puede mostrar el desempeño de una empresa, las expectativas económicas o los cambios políticos. Esto puesto sobre la mesa, implicaría que los mercados sí son racionales, sin embargo, la realidad puede ser más compleja. 

Fama, quien obtuvo el Premio Nobel de Economía en 2013, explica que aunque en ocasiones los precios de las acciones pueden parecer equivocados si se ven en retrospectiva, estos son razonablemente justos en un momento dado, contando con el conocimiento y las expectativas de los inversionistas frente a riesgos y retornos. 

¿Qué es la teoría de los mercados eficientes?

El concepto de los mercados eficientes (EMH) señala que, como los precios en el mercado reflejan toda la información disponible, es muy difícil, e incluso imposible, que se superen consistentemente los rendimientos promedio del mercado a través de la selección de acciones. Esto indicaría que los inversionistas no pueden “ganarle” al mercado de manera constante, porque ante cualquier información que podría ofrecer una ventaja, los precios se ajustan inmediatamente. 

Este planteamiento desafía la idea de que un inversionista o un gestor de fondos pueda obtener mejores rendimientos que el mercado en su conjunto por medio del análisis y la selección de acciones. Como respuesta, los inversionistas optan por hacer inversiones pasivas, es decir, invertir en fondos que replican un índice del mercado, como el S&P 500, para en lugar de ganarle al mercado, reflejarlo. 

Sin embargo, pese a lo que dice la EMH, el comportamiento de los mercados en ocasiones desafía la idea de que los precios son siempre justos. Por ejemplo, el auge de las empresas tecnológicas, que se ha visto de unas décadas hacia acá y que se ha fortalecido por un entusiasmo alrededor de la inteligencia artificial, muestra que los mercados también pueden dar cuenta de movimientos, aparentemente, irracionales. 

Por ejemplo, compañías como Nvidia, la empresa de software, ha presenciado fluctuaciones en su valor de cientos de miles de millones de dólares en periodos de tiempo muy cortos y a menudo sin que haya grandes noticias que las justifiquen. Casos como este han hecho que algunos de los antiguos discípulos de Fama cuestionen la eficiencia del mercado. 

Es el caso de Clifford Asness, un exalumno de Fama y gestor de fondos, quien dijo que los mercados podrían ser menos eficientes de lo que se pensaba de ellos hace 25 años. Este comportamiento, que se puede denominar errático, ha dado pie a la idea de que, aunque los mercados, en su conjunto, pueden ser racionales, a corto plazo están influenciados por emociones humanas tales como el miedo o la codicia, lo que termina en burbujas especulativas y caídas repentinas. 

Es aquí en donde toma partida la economía conductual, la cual critica esa idea de que los mercados y los inversionistas son completamente racionales. Economistas como Richard Thaler dicen que el comportamiento irracional de los inversionistas afecta los precios y crea distorsiones. Fama no niega que existan esas anomalías, pero habla de ellas como parte del riesgo inherente al mercado, más no como una falla a sus hipótesis. 

La teoría EMH, entonces, como lo ha señalado Fama, es un modelo más no una descripción exacta de la realidad. Esta reconoce que los mercados no son del todo eficientes y que existen desviaciones en los precios, pero sostiene que estas no son predecibles de manera constante. Se dice que si un inversionista fuera capaz de identificar sistemáticamente cuándo los precios son “incorrectos”, entonces debería poder obtener grandes beneficios. 

Expertos precisan que esta teoría, también depende de si los mercados tienen formación completa, si son profundos y están libres de fricciones. En el caso de Colombia, por ejemplo, las curvas de devaluación muchas veces se mantenían en niveles lejanos a sus valores justos y, dicen, esto no era el resultado de que el mercado no fuera eficiente, sino de que había restricciones regulatorias que impedían la formación de precios. Por eso, hay inversionistas profesionales que sí buscan ganarle a los índices en países emergentes, pues cuentan con la capacidad de identificar y explotar las desviaciones que se presentan. 

No obstante, la mayoría de los estudios disponibles muestran que son pocos los que logran superar de manera consistente al mercado. Esto reforzaría lo dicho por fama en cuanto a que para el inversor promedio, es más eficiente asumir que los precios son siempre justos. 

Una buena conclusión de la información brindada por estos economistas es que, aunque los mercados no son completamente racionales, la sabiduría colectiva de millones de participantes los lleva a ser más eficientes de lo que parecen. Los inversionistas, por su parte, oscilan entre la racionalidad y la irracionalidad, en parte, por su condición de seres humanos, pero a largo plazo, el comportamiento del mercado tiende a reflejar un equilibrio entre ambos extremos. 

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