Las guerras son quizá el fenómeno social más costoso del que se pueda hablar. Entre los recursos destinados a las fuerzas militares (que bajo condiciones normales podrían ir a infraestructura, y gasto social como salud o educación), y la destrucción masiva de capital, cuando las ciudades son arrasadas y los negocios del día al día se detienen, se puede hablar de que el costo llega a ser una parte muy significativa del total de la producción de una nación en guerra.
Para poner esta idea en términos más concretos, podemos ver el caso de la economía de Siria, una nación que lleva más de siete años librando una sangrienta guerra civil, impulsada por intervenciones internacionales de Rusia y los Estados Unidos.
A pesar de lo complejo que resulta evaluar un país que vive un conflicto tan devastador como es el caso sirio, el Banco Mundial ha desarrollado avanzadas técnicas, que recurren a tecnologías de punta como imágenes satelitales y análisis de datos, al igual que la evidencia que han dejado otros conflictos a lo largo de la historia contemporánea. Los esfuerzos de esta entidad resultaron en dos informes: el Análisis de Daños de las ciudades Aleppo, Idlib y Hama; y el Análisis del Impacto Social y Económico o Toll of War.
Los resultados encontrados, ejemplifican claramente la idea del alto costo de una guerra. El conflicto en Siria ha cobrado miles de víctimas fatales, igual número de desplazados, y una masiva destrucción de capital y desorganización de la economía, todo sumado en unos US$226 mil millones entre 2011 y 2016 (el actual PIB de Colombia es de US$282 mil millones).
Algo que se debe resaltar, según el Banco Mundial, es que la desorganización de las relaciones económicas es el factor que más duro le cobra a una economía, por encima de la destrucción material. Las cifras arrojan que la ruptura de las cadenas productivas, las conexiones entre productores y consumidores, la reducción de la búsqueda de trabajo productivo, son en conjunto hasta 20 veces más costosas que la sola destrucción de capital físico (como pasaría en un desastre natural dentro de una sociedad funcional).
Para no ir más lejos, vale la pena pensar en el gran costo que el conflicto interno le ha dejado a Colombia. Las cifras no han sido del todo bien calculadas, pero algunos autores apuntan a un “impuesto de guerra” que equivale al 1,5% de crecimiento de la economía por año. Lo que, sumado desde finales de la década de los años 60, cuando estalló el conflicto moderno de Colombia, la cuenta ya llega a varios miles de millones de dólares, tal como el caso sirio.
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